jueves, 21 de enero de 2010
TEXTO 2
Antes de la media noche la banda de música empieza a tocar para avisar a la gente. La adrenalina empieza a subir. De la gigantesca hoguera ya sólo quedan las brasas, pero brasas ardientes que reflejan las caras tensas de los participantes. Cesa la música, reina el silencio. Uno por uno los hombres del pueblo se quitan los zapatos y los calcetines. Con firmeza y sin dudarlo, cruzan las brasas ardiendo. Algunos llevan a mozas del pueblo sobre sus espaldas, siguiendo una tradición antigua. Busco en sus caras el miedo o el dolor, pero no lo veo. Caminan sobre el fuego como si fuera hierba fresca. Sin embargo yo estoy angustiada, quizá se olviden de mí, me atrevo a pensar.
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